Imagine que la cuarta revolución industrial es una carretera de doble carril, el mundo es un bus que se conduce a alta velocidad y El Salvador es el pasajero que no decide si subirse o quedarse atrás. Así es la situación actual del país, con grandes desafíos para generar profesionales capacitados para las carreras del futuro y alto índice de vulnerabilidad ambiental. Sin embargo, en este escenario las empresas pueden encontrar oportunidades de crecer y ser competitivas.
Estas temáticas abordará la séptima edición de la Semana de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), a realizarse del próximo 8 al 12 de julio, bajo el lema “SOStenibilidad 4.0 ¡Actuemos Ya!” porque es un llamado de emergencia de cómo El Salvador afronta “este mundo tan cambiante”, manifestó Tomás Regalado Papini, presidente de la Fundación Empresarial para la Acción Social (Fundemas).
Dicho cónclave reunirá a expertos internacionales para que compartan con el sector privado mecanismos de adaptación a la cuarta revolución de manera sostenible. Durante los cinco días se contará con el apoyo de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos, de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), al igual que de ResCa, The Nature Conservancy (TNC) y de la División de Mercados Laborales, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
“La revolución industrial 4.0 va a requerir avances importantes y rápidos. Si nosotros no entendemos que esas bases tienen que ir con responsabilidad social y ambiental, vamos a seguir en círculos viciosos donde hay impacto ambiental”, señaló Regalado.
Esa transformación conlleva pasar de un esquema económico plano -donde se produce, se usa y se bota- a un modelo de economía circular que incorpora reusar, reciclar y reproducir para ser sostenibles.
Sin embargo, para esto El Salvador se enfrenta a retos elementales como bajas tasas de cobertura de educación media y superior, al igual que un precario mercado laboral, incapaz de absorber a la demanda.
“Existen grandes oportunidades pero no estamos listos para afrontarlas (…). No es responsabilidad exclusiva del Gobierno, es de todos. Comenzando como individuos, que nuestros hijos vayan a la escuela, y asegurar que existan lugares técnicos para crear a las futuras generaciones de empleados”, añadió.
En este proceso, el papel de la empresa es clave como “una mentalidad innovadora”, pero se requiere de un Gobierno regulador que no solo se oponga, sino que cree incentivos. Se discute la opción de eliminar el uso de plástico por completo, ejemplificó Regalado. En ello el aparato público puede buscar alianzas con cooperantes internacionales y buscar financiamiento para proyectos de creación de plástico biodegradable, añadió.
“Todos tenemos que entender, sector público y privado, que el mundo está cambiando y nosotros tenemos que cambiar con el mundo, y no entramparnos en visiones del pasado”, concluyó.